"Chelsea girls" Dir. Andy Warhol y Paul Morrisey | Reseña por Mauro Bengoechea A7CDMX

CHELSEA GIRLS

Dir. Andy Warhol y Paul Morrisey |1966 | 210min.

Por Mauro Bengoechea. Tercer Semestre

Originalmente concebida como una película de 6 horas de duración, Morrisey y Warhol, para efectos de practicidad, optaron por una técnica similar a las ambiciones de Abel Gance para la épica Napoleón (1927), utilizando una pantalla dividida por la mitad que nos muestra simultáneamente interacciones improvisadas ante la cámara, un recurso que no solo sirvió para disminuir su extensión a un poco más de 3 horas, sino que fue uno de los principales elementos que la convirtieron en un fenómeno de culto, más aún sabiendo que se le otorgó a los proyeccionistas la libertad de combinar los fragmentos de la obra como quisieran, y de silenciar de forma aleatoria y repentina el sonido de ciertos segmentos, haciendo de Chelsea Girls, un experimento audiovisual por demás subversivo, indescifrable y eternamente misterioso.

Pues bueno, pienso que analizar algo como esto puede ser… difícil, más para mí, alguien a quien, admito, suele desesperar mucho el cine experimental cuando éste no tiene algo interesante qué decir o transmitir. Y digo "algo como esto" porque la realidad es que no se trata solo de una película más. Ninguna de las obras que componen la extraña filmografía de Warhol podría ser catalogada sólo como una película y ya. Le gustaba aprovecharse de nuestra propia ingenuidad cultural. Burlarse de la falsa intelectualidad que los seguidores del arte se jactaban de poseer. Para sus admiradores, un genio; para quienes eran inmunes a sus encantos, una vil basura. 

En el caso de ésta, su obra más destacada fuera del ámbito pictórico, diré que no es ni una ni la otra, ni basura, ni grandeza. Defectuosa y virtuosa a la vez. No hay nada de objetivo en llamarle obra maestra, ni tampoco en despotricar con argumentos tal vez válidos en su contra sobre lo "mala" que se piense que es. El solo hecho de querer ponerle una calificación sería absurdo también. Porque nos estaríamos desviando del complejo punto de la obra, si es que siquiera hay un punto. 

Y aunque es probable que no lo haya, sí puedo decirles que cumple con un detalle tan importante como lo es la calidad o la ausencia de ella. Es efectiva. Totalmente efectiva. Responsable de generar unas reflexiones tan específicas que tal vez ni Warhol ni Morrisey planearon, sobre aquello que apreciamos, o ignoramos en el acto de ver una película. Personajes reales y entonces poco explorados: junkies narcisistas, mujeres transgénero, homosexuales y relaciones polígamas, pero con personalidades tan monótonas como las situaciones que protagonizan, ¿seguimos viendo porque nuestro morbo está a la expectativa de ver algo explícito para su época? Y aún si nos interesa lo que está pasando, ¿De verdad es interesante de ver, o solo continuamos para probar lo cultos que somos ante la sociedad? 

Varias veces una viñeta está total o parcialmente silenciada, mientras que a un costado sí puede escucharse y comprenderse la interacción que muestra, ¿a cuál le ponemos más atención? Si ambos lados carecen de sonido, ¿cuánto tiempo le dedicamos a observar las imágenes de la izquierda para tratar de inferir lo que ocurre? Mientras tanto, ¿cuánto nos perdimos de la situación del hemisferio derecho por observar el otro? Y una vez vista en su totalidad, ¿crees que de verdad ya la viste toda? ¿Piensas volverle a dedicar otras tres horas para fijarte en aquello que no viste la primera vez? ¿Tan buena memoria tienes para recordar aquello que sí viste y aquello que no? ¿Será que alguna vez en la vida seamos capaces de ver Chelsea Girls en todo el surreal esplendor que la rodea? O, pensándolo bien, ¿nunca podremos verla completa? 

Los extraños huéspedes del hotel, sus orgánicas frustraciones y la naturaleza tanto filosófica como contradictoria de aquello que sale de sus bocas… todo ello nos lleva a esas interrogantes que puse y no hay nada que resulte más inútil que tratar de encontrarles respuesta.

Sorprendentemente fue una experiencia mucho más enriquecedora, y mucho menos insufrible de lo que me temía. Admirable, despreciable e invaluable en la historia del séptimo arte.



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