¿Con qué se quedan los vivos y qué se llevan los muertos?

¿Con qué se quedan los vivos y qué se llevan los muertos? Por Tamara Cortés

Se me hizo tarde en México. Una carta a Gertrude (Riley, 2024) es una película que vale la pena verla, incluso si las los documentales no son tu fuerte. Por varias razones, para empezar porque está guiada por la voz de la propia realizadora, Luisa Riley, quien lee una carta que le hizo a su abuela Gertrude 100 años después de su muerte, madre de los dos personajes que sirven a Luisa para construirse, por cierto, muy interesantes y únicos, los hermanos Riley: Beach (padre de Luisa) y Lew (tío de Luisa).

En esta carta hay una pregunta principal, “¿Qué le pasó a mi padre y a mi tío después de tu muerte y qué fue lo que los separó?” Esta pregunta se maneja muy bien en el subtexto de la película, pero si el espectador pone atención en la voz, puede escuchar la preocupación, curiosidad y hasta la tristeza al conocer sobre estos dos hermanos inseparables que quedaron huérfanos a una edad muy temprana y que se distanciaron con el tiempo, pero que encontraron la manera de volverse a encontrar y resolver las cosas. Llevaban una vida que siempre fue guiada por la corriente del mar o la del viento, enuncia la voz.

El aspecto visual de la película está lleno de viejos archivos de video de Lew, montajes muy bien organizados y pensados de imágenes de archivo de algunas fotografías y cartas que le hicieron Lew y Beach respectivamente a su madre.

También hay algunos videos hechos por Luisa de los lugares que solían habitar estos personajes y que también se convierten en atmósferas importantes durante el desarrollo de la película. En cuanto al diseño sonoro, la voz de los tres narradores funciona bien a lo largo de toda la película, me parece que está bien pausada y es comprensible, hacen 2 que la historia sea fácil de seguir y se puede escuchar en sus voces la emoción y la nostalgia.

El montaje no es confuso, incluso cuando se trata de saltos en el tiempo, o el cambio de perspectiva de los personajes, pero yo sí sugeriría al espectador que preste un poco de atención a la información que se da y quién la da, porque podría confundirse un poco.

A pesar de los temas interesantes que abre esta historia y la curiosidad que deja en el espectador por conocer más sobre algunos personajes, la historia cierra de forma correcta. El final, en sí todo el ritmo de la película, no se siente apresurado ni demasiado lento, nuevamente, como he dicho, se puede escuchar en la voz de Luisa que lo que le escribe a Gertrude en esta carta es lo que en ese momento quería y a lo mejor necesitaba decirle. Es posible que la carta nunca llegue a ella, pero las palabras y los sentimientos que necesitaba dejar salir están impregnados en esta película y creo que por eso también deja una huella en las personas que la ven.

Por último, Se me hizo tarde en México... en su esencia habla acerca de la pérdida, de los recuerdos de un ser querido que nunca pudo conocer en vida, de lo que implica el emigrar a un país desconocido para encontrar un lugar al que puedes llamar hogar y también de un viaje personal que te lleva a reflexionar acerca de las huellas que dejan nuestros seres queridos cuando se van. Sin más que agregar, invito a quien lea este texto a que se anime a ver este gran documental.

Gracias al profesor Praxedis Razo por recomendar esta película que se ha vuelto una de mis favoritas y a la directora Luisa Riley por compartir esta historia con el mundo.

Arte7 Cine